martes, 2 de diciembre de 2008

Una Tragedia más (cuento)

Faltan 45 minutos. Camino despacio, como dibujando sombras. La calle es ancha y me vuelvo una experta camaleón de la urbe. El cielo me acompaña, solidariza sus nubes y me regala una madrugada sin ojos. Soy Angélica Pérez y estoy a punto de matarlo.

Me jacto de ser la única entre mis pares que ha conocido este dolor. Dolor de amor, no de mujer. Quizás haya más pesares, iguales al mío, quizás existan más amores, intensos como el que sufro, pero ignoro quienes o cuales son; mis pasos viajan seguros, escribiendo con cuchillo en mano, una tragedia más.

Luciano Velasco es el nombre de mi enfermedad. Porque Amor se jacta de ser enfermo, una enfermedad que hace perder toda voluntad, toda cordura, todo el tiempo. Él me decretó, al vernos, unión por siempre. ¡Mentiroso! ¡Siempre te negaste a entenderme!

Faltan 30 minutos. La gente me mira. ¿Qué miran? Eso miran, la mirada que yo tengo; esa mirada nebulosa y silenciosa, semejante al del artista, que cuando dibuja su propio arte tranza con el secreto mudo del universo.

Ayer la vi, desde mi cuarto, entrar a su dormitorio ¡Aquella turra! Pensar que su hedor a pescado alcanzó mi cólera. Ayer la vi, por la noche, desnudarse ante mi Luciano. La escuché gemir y la sufrí gozar. Me afligí, me angustié, toleré, aguanté, padecí, ya no más… ya no más.

El tren que mi angustia quiso tomarse, el de las 6:10hs, por razones que nunca sabré, no quiso partir. ¿Habrá confabulado para que yo, Angélica Pérez, me convierta en escritora?

Faltan 15 minutos. Ya está lleno de gente. No siento mis pies, no siento mi dolor. El cuchillo nunca me pesó. Lo llevo desnudo en mi palma y la gente me acompaña. Me persiguen buscando el show.
Luciano me mintió, dijo haberme amado desde un principio. ¡Pensar que desde chicos fuimos amantes! Amantes de un amor natural. Me siento desterrada, nadie cree en mi amor.

¡Juré matarlo si lo volvía hacer! Y es eso lo que mi corazón dicta ahora.

Veo la casa, mi casa. Mis ojos clavados en la puerta, esperan el tiempo. Siento que la gente me habla, me grita, algunos tratan de arrebatarme el cuchillo. ¡Crueles! Hiero a uno en el brazo. Veo, de reojo, sangre manar de su brazo, y como si fuese voluntad de otro, el color rojo me encoleriza y envenena más mi alma. Cruzo el pórtico y arremeto contra la puerta.
La madera se abre…

-¿Mamá?... ¿que? ¡MAMÁ QUE HACEEES!




La mujer alcanza efectuar tres puñaladas, las tres en el vientre. Los vecinos que miraban logran pararla, hiriéndose dos en el forcejeo. La madre del joven asesinado, entra en un estado shock emocional, llegando a producir solamente leves suspiros nerviosos.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Calle Villaguay



La reliquia más
peregrina del corazón
HOY
ha pretificado
su significado en el
vacío de la Urbe.


Calles desoladas,
cuyo unico alimento
es el
recuerdo del más
vagabundo,


HABLAN...


hablan entre
susurros
sobre la ebriedad
sensacional de
aquel espectro.

¡Melancolía
sangrienta!
que consumes
la unica respuesta
que el hombre
le profana

al Mundo.

Aquella fabrica
de emosiones
de dientes blancos
se convierte
en la única
compañía,


la Unica Compañía.


[...]



[b]LittleDreamm[/b]

miércoles, 6 de agosto de 2008

Relato de un sueño latente


Este es el relato de un sueño un poco extraño, dormido y sufrido por un amigo cercano aunque desconocido llamado Joaquín Neolidas, quien me lo confesó con detalle latente la noche del 20 de julio.


Con una ebriedad conciente, producto del comensal horas atrás, escuché como pude el hecho; y como si fuese el responsable de algún legado por cumplir, me encargué de repetírselo a quien fuera capas de prestarme su oído aquella noche.


El rememoró su pesadilla con un aura que se vistió sutilmente ante mí, un aura disimulada como a quien no le importa la cosa; cada palabra suspirada, sin embargo, me inducían al sentimiento helado y vacío del miedo experimentado, un miedo que sin lugar a dudas presenció la carne del joven en aquel sueño.


Sorprendentemente recordaba bien la pesadilla: dijo haber estado estudiando aquella mañana, desde temprano, y cerca del mediodía se quedó dormido. Por los inoportunos- aunque destinados- misterios del mecanismo del sueño, éste se plasmó en la misma habitación en la que su sujeto creador. El sueño comenzó con el chico mirando su cama y sus fotocopias remarcadas, llevaba el mismo atuendo y calzaba la misma alma que el hombre entumecido que yacía en el colchón. Se contempló unos momentos aprovechando el crédito de su inconsciente, quien se decidió por fin a acreditarle la oportunidad de conocerse sin la ayuda de un espejo.


El relato continua con la curiosidad de Joaquín, quien divisó toda la habitación y decidió darle un paseo; recorrió todo el cuarto con la mirada perdida, como buscando algo en su ático intelectual. De pronto escuchó un grito estrepitoso, prolongado, agudo y sollozante. Era de mujer, la naturaleza desesperante de la mujer. El fantasma de carne y hueso bajó las escaleras y se encontró con que el aire había cambiado, la casa se respiraba diferente, se sentía como pesada, algo pausada por el tiempo… se sentía como funeral que acababa de terminar. El soñado siguió hasta la cocina y reconoció, algo confundido, a su tía lidiando con su prima. Pero eso no era lo extraño, lo extraordinario de la situación era el aspecto en el que estaban las cosas. Muebles, pisos y paredes se camuflaban en lo que parecía ser una grande y verde enredadera, había polvo por todos lados y el reloj de la cocina se encontraba ahogado en arena. En su interior sus agujas marcaban con esfuerzo la hora pico del mediodía, todo parecía carcomido por la llegada de algún siglo extraviado, pasado y al margen de la sombría línea del tiempo.


Las parientes de Joaquín siguieron disparando insultos durante la mayor parte del sueño, jamás dieron en la cuenta de que un espectador las observaba; el chico, por razones que sólo el sueño mismo explica, acometió el error, terrible horror de meterse al baño. Espejos, espejos y espejados espejos, todos enfocaban la carnosidad espectral del fantasma; un fantasma que no era invisible y que su mayor pecado fue siempre creer que el universo ausentaba de demonios y ángeles de alba negra. Porque su inocencia ingenua fue el puñal que lo llevo a la tumba.


Joaquín, nadie sabe porque lo hizo, se miró al espejo, reconoció sus ojos pero no su blancura; se acarició la mejilla y ésta se descascaró. Se estaba quemando, se quemaba sin fuego… se quemaba soñando. Gritando de un dolor que sólo el inconsciente sabe sufrir, el chico se despertó sudando y con las manos arañadas por el espaldar de la cama. Sus pies se habían enredado entre las sábanas y la luz de un mediodía recién empezaba a asomarse por el balcón.


Al rato escuchó el llamado matutino de su abuela, avisándole que la comida no se hacía esperar más, y como si fuera en un sueño, al abrir la puerta sintió un pesado aire que lo hizo trastabillar.


Este sueño me hace recordar a la hipótesis, algo extraída de los pelos, de un filósofo llamado Montaine, quien en su “Teoría del Método” llega a una instancia en el que se pregunta por la fiabilidad de los sentidos. Se pregunta por su credibilidad y pone como ejemplo el sueño. Los sueños, en ciertos casos, llegan a ser tan profundos que dan la idea, algo confusa, de que las cosas que pasan cuando dormimos se confunden con las que el conciente vive en la luz del día. Algunos sueños parecen verdaderamente ser vividos, respirados y sentidos como si realmente se sucedieran en la vida real. Montaine se pregunta el por qué no pensar en los sueños que se sueñan como tan creíbles como las cosas que se viven.




Si sufrieron un sueño como el de Joaquín me encantaría saberlo, y por qué no, llegar algún día a confesarlo en lápiz y papel.

martes, 29 de julio de 2008

Mi Profecia Juvenil

Sin la fortuna de poder pertenecer a un poemario, este poema, como ninguno antes visto, necesita un prólogo. Quizás la sola pedanteria de mis palabras confiecen mi propósito, que es ajeno al texto; a saber: la música de este andar no se debe leer sino como un grito desesperado al mundo, con la intención de que mi universo, tan personal como misterioso, ha necontrado las primeras raíces de su propio cause.




Mi Profecia Juvenil


Es de noche y mi
corazón todavía no
duerme.
Quizás nolo haga jamás,
con tan solo
suspirarte
mi penumbra y mi
alma reviven
aquel
momento sin
memorias.


Es de noche y mi
corazón no calla.
Juega con tu
mirada imaginada
y disfruta de
la
carnosidad de tu
fantasma.

Es de noche y mi
corazón dormido
no duerme.


¡Desesperado
estás por la
espera
y llegada de aquel
momento eterno!

Porque no hay
lugar para otro
sueño y El mapa
ya
se ha dibujado.

LLEGASTE ebria de azúcar.
Cruzaste mi
tormenta
heterogénea de olas
y solo esperas
mi anclaje en
TU
manantial reinado
de dones.

!No disimules
tus
inquietudes corazón!

Hoy te han creído
héroe y han
encomendado
en ti
recorrer sin pies
el capricho del
TIEMPO.
esperar...

Mi universo espera
para culminar,
sutilmente,
semejante
PlanMaestro.


littleDreamm



P/D: Destino F D, Barrio de los Escritores.

sábado, 19 de julio de 2008

La mujer. Mi más imposible sueño.

Gente de toda época y edad le ha dedicado gran parte de su tiempo ha hablar de guerras, espíritus altruistas, conocimientos y preguntas sin respuesta. Grandes del pensamiento han tratado de descifrar y encontrar la verdad (si es que la hay) a preguntas referidas nada más y nada menos que a la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Otros, no menos desvalorizados que los anteriores, han intencionado su razón en cuestiones de “el hombre y el ser que lo constituye” (todo un dolor de cabeza para personajes de antaño).
Pero, además, existieron – y existen- personas motivadas y concientes en hablar de otras cosas que nos incumben –más o menos- un poco más. Estas gentes se llevan mi admiración – y no solamente por la manera exquisita y sutil en que cuentan y explican su pensar- sino simplemente por los temas que llegan a perturbarlos.
Hace un rato, haciendo zapping en la tele, me detuve en el canal Encuentro para escuchar un poco a Galeano y su programa en cuestión. Sin tenerlo a mano en hojas de papel (pues, cuando uno lo lee parece que de una palabra se desprenden un sin fin de voces; es increíble como logra abrazarte en una especie de magia que no es maga, sino puramente literaria) escuche como relataba detalle por detalle la incineración viva de la pobre Juana de Arco. Que la hallan quemado viva no fue lo que me impresionó, sino la temática del programa: la mujer.
En innumerables veces he tratado de definirla sólo a través de mi experiencia: con mis palabras, a veces pobre y otras revueltas de mi inspiración, traté de darle sentido a lo que verdaderamente significa la mujer. Sin embargo nunca logré ganar. No he podido encontrar armas para batallar contra la idea de describir y denominar con una sola palabra la esencia misma que trasmite la mujer.
Una ves, leí la confesión de un poeta, que en un poema (soy demasiado tedioso para recordar nombres y frases, así que no pidan exactitud) resolvió describirla de una manera tan sutil y cierta que logró llevarse mi admiración. El dijo que en una mujer encontraba otras mujeres, que en tan sólo una se regocijaban y vivían más de una mujer. Personalidad que nunca voy a entender (pues, resultaría un suicidio premeditado tratar de hacerlo) esa es que posee la mujer. Cuantas veces han llovido en mí pensamientos erróneos de aquel ser que es tan necesario para la vida, como para el nacimiento y fin de un amor. Sin la mujer la palabra amor sería incompleta, diría hasta casi vacía. El amor no se contenta con amar a un animal o cosa. Llamarla perfecta sería faltarle el respeto, una mujer –para mí- resuelve y opaca su imperfección con su belleza. Una mujer perfecta no sería bella, su imperfección es la que hace a la mujer un ser hermoso. ¡Y es en todos sentidos que se les ocurra! No es novedoso ni original tratar a la mujer como el ser más preciado y venerado que se halla posado en la Tierra, pero me hace tanta falta recalcarlo que los comparto con ustedes.
¿Qué es la mujer? Me encantaría degustarlos con una respuesta tan cierta como emocionante. Pero sin embargo no tengo la menor idea de donde estoy parado cuando trato de definirla. Acá les van algunos mis más confusos y esparcidos pensamientos de sobre “qué es la mujer”:
Sin ella hoy no estaría motivado – y ahogado- con esto que es el mundo literario. Desde chico me encanta observarla y hacerme amigo de ella. He tratado con muchas y he conocido pocas, sólo algunas me han conocido (con todo el trasfondo y la complicación que implica ese hecho). Mi afinidad siempre circuló en aquellas mujeres (niñas, ¡que son niñas todavía!) que impregnan y rebalsan su mirada con inocencia, ternura y más que nada sinceridad. ¿¡Qué mas tesoro que aquello que sólo posee verdades y un alma tan pura como la claridad de un amanecer en el mar!? Quizás esa sea mi meta, mi finalidad como ser humano, mi más imposible sueño. El olor a mujer debe ser el aroma más saboreado por los bosques de esta ciudad y del mundo. La mirada de una mujer quizás sea más profunda que el océano y sus secretos resulten tan ocultos e increíbles como el origen del arco iris.


A este posteo se lo quiero dedicar a ciertas personitas que han llegado, de uno u otro modo, a conocer mi otro yo. Ellas son:
•Rocio y Agustina Hernandez, Magalí Fiorito, Analía Feber, Valeria y Flavia Demartini, Valeria Gadea, Imelda Cantisani y Micaela Segovia.
Algunas me leen, otras me escuchan.


Siempre mujeres, siempre niñas.

¿Qué es la Literatura?

¡Silencio! ¡Silencio damas y caballeros! Acaba de subirse el telón. El show está por comenzar:

-¿Qué es la literatura?- pregunta el lápiz de color negro.

-¡¿Qué es aquella cosa que tanto me persigue y molesta?!- Pregunta la hoja de papel- ¡me ensucia! ¡Se aprovecha de mí!

- A mi me usa, se abusa de mi buena voluntad- rezonga la goma de borrar.

- ¿la literatura? A mi desde hace rato me usa para sus inventos- agrega el teclado de la computadora.

-Me siento un laboratorio- dice el monitor.

-¡Callensé! Sin la literatura ustedes no tendrían vida- exclama entrometida la almohada- conmigo piensa.

-Con vos se duerme- dice riéndose un libro.

-con vos también libro viejo y sucio- se excusa la almohada- mejor preguntarle al amo ¿no?

-¡Ahí viene, ahí viene! – gritan al unísono algunos muñecos. En ese momento, el amo entra por la puerta y se desparrama en la cama, apretujando la almohada.

- ¿Quien le pregunta primero? Mira que yo no me animo.- dice el mousse.

- ¡Yo! ¡Yo! Déjenme a mí.- exclama el espejo-.

-¿Qué tanto cuchichean ustedes ahí?- protesta el amo- ¿De que hablan?

- Es que queremos saber que es esa cosa que estudiás- le responde el lápiz negro-.

-¿Por?- se sorprende el amo.

- Porque sí, queremos saber. Vivís con el libro y con nosotros ya no jugas más.

- A mi ya no me miras más.- agrega el espejo.

- Con nosotros te olvidaste lo que es navegar-. Dicen apenados el mousse, el teclado y el monitor.

- En cambio con el…

-¿Con el que, chicos? Haber díganme.

- ¡Con el diario y el libro te la pasas y te la pasas todo el día! – gritan todos juntos.

- Es que me gusta leer y escribir.

- ¿Por qué?

-Pues, porque me gusta la literatura.

- ¡Eso ya lo sabemos! ¡¿Pero qué es la literatura?!

- Esta bien, no tengo ningún motivo para privarlos de mis razones. La literatura es mucho para mí. Haber vení diario que te necesito, vos también lápiz. Mejor poner las cosas por escrito:

“La literatura es ese escondite, aquel ático que poseen todas las casas del vecindario universal, pero que no todas las personas corren la suerte de encontrar la llave para abrirlo. Mi intención no es definirla, ni muchos menos describirla con peinado y atuendo científico, simplemente deseo desvestirla y dibujarla desnuda, tal cual como a mi se me presenta. Mi travesía comenzó el año anterior, entre el furor del último año escolar y las encrucijadas de mi rebeldía. Gracias a J. K. Rowling y el gran mundo mágico que creo con su Harry Potter, estoy estudiando Letras. Ni más ni menos. Muchas carreras -demasiadas diría- se me cruzaron en mi elección, pero al ver este paraíso, este salvavidas del mundo crudo y real, no vacile ni un renglón más. Me genero día a día tantas expectativas y objetivos con esto que mi vida prontamente se va a volver un pergamino, o quizás, un legado para otra generación. Trato de no ahogarme, pero se me vuelve cada vez más difícil.

El otro día leía a Pérez-Reverte, quien decía: “Déjenme decirles una cosa, caballeros. Compadezco a los hombres cómodos, resignados y razonables que nunca leyeron libros que estremecieran el corazón. Compadezcan a quienes nunca se dejaron seducir por una moneda de oro, una hermosa mujer, un amigo fiel, la aventura descubierta en un libro”.

-Gracias lápiz, gracias diario.

- ¿Y todo eso es?

Se cierra el telón y se escuchan aplausos indeterminados.

domingo, 1 de junio de 2008

7

7

Te imagino
como la
persona que
nunca conocí.
¿Serás un sueño
o simplemente
mi sueño?
La magia de
tus ojos
me hacen
enamorar
de la vida,
unos ojos
que solo
disfruto
al ahogarme
en la melancolía
de mis
alusinaciones.
Porque eres
la protagonista
de mis fantasías
y la esencia
misma de
mi alma.
¿Mi corazón
será algún día
complacido
con la pereza
de tu inocencia?
Los ángeles
discuten tu
existencia
enmi paraíso.
Hasta la más
inverosími
lhada duda de
tu belleza.
¿Qué haré contigo?
¿Qué haré sin tí?
Te espero
Te sueño
te amo.

7

7

Te imagino
como la
persona que
nunca conocí.
¿Serás un sueño
o simplemente
mi sueño?
La magia de
tus ojos
me hacen
enamorar
de la vida,
unos ojos
que solo
disfruto
al ahogarme
en la melancolía
de mis
alusinaciones.
Porque eres
la protagonista
de mis fantasías
y la esencia
misma de
mi alma.
¿Mi corazón
será algún día
complacido
con la pereza
de tu inocencia?
Los ángeles
discuten tu
existencia
enmi paraíso.
Hasta la más
inverosími
lhada duda de
tu belleza.
¿Qué haré contigo?
¿Qué haré sin tí?
Te espero
Te sueño
te amo.

Vida avivada

Vida Avivada


Quiero tomarte, disfrutarte,perderme en tus caminos,oler ese aire bohemio que dejasen las estaciones.Nosé donde quedatu parada.No he podido encontrarte. ¿Sera que todavía no sea hora de partir? ¿qué cosas tengo que concluir todavía? ¿que cosas tengo que aprender?Soy alumno tuyo ¡vida avivada! ¡enséñame a desafiarte! ¡enséñame a camianarte!¡enamórate de mi vida avivada y destinada!¡ayúdame a combatir el tiempo con tus valores esenciales! ¡que los miedos sean cosa del pasado! ¡Quiero viajarte vida avivada! ¡No me dejes morir sin haberme muerto aun! ¡Juega conmigo vida avivada! ¡Aprobecha mi alma para experimentar con mundos soñados! ¡Es más fácil recordarte que vivirte vida avivada! ¡Sácame la envidia de la experiencia ajena!

Mi oscuridad

Mi otra Oscuridad


"Sueña con alguien
casual cuyo
perfume huela
a amor
de verano"


...ME decía.

"Duerme con tres
deseos y una
cálida esperanza
de volverte
a ver"...

ME repetía.


"imaginate
a un ángel
cuyo rostro,
al mirarte,
se refleje en
el lago"...


ME volví a ilusionar.


Soledad... ¿acaso
alguien quisiera
retenerte?
Calla... y
contempla
el misterio
de una
oscuridad
visible.
tus ojos ven
tu
corazónabandonado.
Nada hacer.Un otoño
en micorazón acaba denacer,en donde el llantode mil hojasrecuerdan tu mirar.

jueves, 6 de marzo de 2008

Benjamín Díaz Y El Misterio De Los Enanos (capítulo 8)

Capítulo 8: El Circo Ambulante

El viaje en un principio, se tornó algo molesto. Los chicos, que no paraban de festejar y de sentirse satisfechos por haberse arriesgado a aventurarse, no repararon en la angustia de Benjamín. Al cabo de un rato, Serafín se percató del chico y le preguntó:

-¡Eh tú! ¿Estas bien? Te noto algo callado.

-Tú también lo estarías si vivieras en mi piel-respondió Benjamín.

-¡Oye hombre! No te sientas mal por Cindy, ella de seguro quería acompañarnos, agárratelas con la mala de la madre, ella es quien tiene la culpa- intervino Nando.

-Si… pero no es sólo eso-dijo Benjamín- quiero decir, estoy de veras muy mal porque ella ahora no esta con nosotros; pero lo que mas me preocupa es mi madre.

-¡Oh! ¡Esa mujer! ¡Que misterios se traerá en manos!- dijo Joaquín.

-No lo sé. Pero por eso estamos aquí- dijo Benjamín- vamos a averiguarlo.

-¡Ni que lo digas hermano!- dijo Serafín.

-¡Y que no quede ningún misterio por resolver!-dijo Nando.

-Esa es la actitud muchachos…-dijo Benjamín.

-Hablando de misterios-interrumpió Joaquín- ¿Cómo demonios hiciste para escapar de la policía, allá por el día en que caíste como intruso en casa?

-Bueno… es que con Cindy todo es posible, todo se arregla, nada se le escapa-dijo Benjamín.

-Explícanos- insistió Joaquín.

-De veras que no sé toda la historia, el cuento es que luego de correr unas cuadras, apareció Luz, una amiga de Cindy. Nos recogió en su auto y al rato desperté en mi cuarto.

-¡¿Luz?!-preguntaron los tres a la vez.

-Si- respondió el chico, algo confundido.

-¡¿Luz?! ¿La del convertible amarillo?-preguntó Serafín.

-¿Eh? ¿Convertible amarrillo?-Benjamín estaba atónito.

-¿No será “Luz la rara” no?-insinuó Nando.

-¡¿”Luz la rara”?!-dijo Benjamín- yo no le vi nada de raro; es más, su gesto fue de lo más amable.

-Pero no, Benjamín, tu no entiendes-intervino Joaquín- ¿el auto era o no un convertible color amarillo?

-¡ji! ¡Era, era! ¡¿Pero que es lo que no entiendo?!- el chico se había puesto algo irritable.

-¿Se lo cuentas tu Joaquín?-preguntó Nando.

-Si, déjaselo a él, yendo al caso, el es que más la conoce-dijo Serafín.

-¡¿Contarme que?!- preguntó exaltado Benjamín. Tragó saliva y con algo de esfuerzo dijo- la cosa es que…- esa chica no es del todo normal.

-¿Cómo que no es normal? ¡¿A que te refieres?!

-Lo que quiero decir es que, esa chica Luz, es una demente que sufre algún tipo de paranoia.

-La conocimos justo en el tiempo en que estuviste en cama, enfermo-agregó Serafín.

-¡¿Luz loca?! ¡¿Y como la conocieron?!-preguntó Benjamín.

-Nosotros-habló Joaquín- como de costumbre, íbamos para todos lados juntos: cafetería, escuela, el club y demás. Y en un momento, nos percatamos…

-En realidad, yo fui quien me di cuenta-interrumpió Serafín.

-Esta bien, esta bien; Serafín fue quien en un principio notó que un convertible amarrillo nos estaba siguiendo- y Joaquín le frunció el seño al rubio, en desaprobación.

-¡¿Siguiendo?!

-Así es-intervino Nando.

-Al principio nos reíamos. Pensábamos que estaba enamorada de algunos de nosotros. Creíamos que era un juego, pero no- explicó Joaquín-, nos seguía para todos lados, se aparecía en la salida de la escuela o a veces en la entrada.

-Daba vueltas por mi barrio-dijo Nando.

-Y por el mío- agregó Serafín.

-Nos empezamos a asustar y mucho. No sabíamos quien era. Les preguntamos a varios pero sólo una chica nos confesó su nombre: Luz; y también nos dijo que era una chica común y corriente, que no había de que preocuparse. Lo demás ya nadie lo sabía.

-¡¿Y porque no fueron a platicar con ella?! Pues… hubiera sido el modo mas directo ¿no les parece?-dijo Benjamín.

-¡Lo hicimos! ¡Y nos fue bien! ¡Muy bien!-exclamó Nando.

-Al ver que la cosa no paraba. Pensamos muy seriamente en ir a hablarla-dijo Joaquín.

-Si, pero el detonante fue cuando al salir de tu casa, el día en que te visitamos, la encontramos en la esquina de tu cuadra, estacionada con el auto. Mirándonos fijo, con cara seria y expectante.

-Fue ahí cuando nos colmó. ¡Me puse furioso! Y para el día siguiente planeamos enfrentarla- Dijo Joaquín.

-No fue nada fácil-dijo Serafín.

-Ni que lo digas. Ese día, me acuerdo, no pudimos; nadie se animó.

-Fue Luego de la fiesta de Jacob cuando se sucedió. El alcohol nos dio ese empujoncito de ánimo que necesitábamos.

-¡¿Se les apareció a la salida de la fiesta?!

-Así es. Joaquín había tomado mucho y no dudó ni un segundo en acercársele.

-Y nosotros dos lo seguimos-intervino Nando- por si pasaba algo.

-Al llegar al auto-siguió Joaquín- me encontré con una chica totalmente desorbitada. Parecía que recién se levantaba de una larga siesta.

-Tenía los ojos perdidos-agregó Serafín.

-¡¿Y que fue lo que pasó?!- preguntó Benjamín.

-Bueno, al verla en ese estado de incertidumbre, nos estremeció. Era como una recién nacida descubriendo el mundo, o peor aun, una extranjera en un país lejano-explicó Joaquín.

-Miraba para todos lados- siguió Nando- y tardó en darse cuenta que tres sujetos estaban junto a ella observándola.

-Recuerdo que lo primero que hiciste Joaquín-intervino Serafín- fue gritarle algo así como “oye tú ¡¿Qué demonios haces aquí!”; y al no recibir respuesta alguna, le pateaste la cajuela del auto, maldiciéndola por supuesto.

-¡Oh sí! ¡Lo recuerdo perfectamente! ¡Estaba de los pelos aquella noche!

-Y también recuerdo- siguió el rubio- que también le peguntaste algo así como: “¡¿Por qué demonios nos persigues?! ¡¿Qué quieres de nosotros?!”. Fue muy divertido.

-Si muy divertido Serafín, pero la cuestión es que ella ni bien recobró su juicio, arrancó el auto y se fue ¡Así nada más!- contó Joaquín.

-¡¿Cómo que se fue?!- preguntó Benjamín.

-¡Pues sí! Nosotros nos quedamos mirándola, asombrados por esa actitud. Después de todo, pensábamos que por lo menos iba a decir algo, no lo sé, quizás las razones de que porque nos perseguía, si estaba o no enamorada de alguien de nosotros, o de última, algún insulto por los malos tratos de Joaquín ¡Pero no! Arrancó y se fue- dijo Joaquín.

-¡Y ni siquiera levantó la mirada! Con la cabeza gacha, puesta en el manubrio, se nos escapó- dijo Nando.

-Si no la hubiera conocido, diría sin más “peros” que se trata de algún caso típico de paranoia o algún tipo de locura alucinógena. Pero, llevándome por la experiencia, si bien corta que tuve con ella, esa teoría quedaría descartada.

-Te equivocas Benjamín, recuerda que estos episodios ocurrieron hace tres años, y tú trataste con ella hace menos de tres días. La enfermedad se pudo haber curado.

-Tienes razón ¡no había reparado en ello! Dijo Benjamín- Bueno… ¿Y luego? ¿Cómo siguió el asunto?

-Quedó ahí. Ella nunca volvió a aparecer. Ese convertible amarillo nunca lo volvimos a ver- dijo Joaquín.

-¿Y entonces Nando? ¿Por qué dices que les fue bien si al fin y al cabo nunca supieron de ella? Ni de donde venía, ni quien era, ni mucho menos de que porque los buscaba.

-¡Pues por el simple hecho de que jamás regresó!

-Como tú digas.

Y así, entre palabreríos confusos y algo perdidos, el viaje continuó. Benjamín viajaba ahora en silencio, pues estaba bastante ocupado pensando en alguna manera de enfrentar a su madre. Y además, el tema de Luz lo había inquietado un poco. ¿Cómo era posible que esa chica haya protagonizado esos actos cargados de rareza y misterio? ¿Por qué habrá querido ocultar su identidad a Benjamín? (recuerden niños que cuando esta chica rescató a Cindy y al muchacho, no quiso develar su rostro, ni mucho menos su nombre). Benjamín lo sabía gracias a la boca suelta de su amiga, pues fue ella quien se lo contó horas después.

A todo esto, el chico había perdido la noción del tiempo. Y cuando reparó en ello, ya era de noche. Escuchó refunfuñar a Serafín y Joaquín maldecir a Díos.

-¿Qué es lo que sucede muchachos?- preguntó.

-¡¿Y encima me lo preguntas?! ¿Acaso no ves que se me acaba de empantanar el auto? Pues claro, que lo vas a notar, si hace horas que estas hipnotizado pensando quien sabe que- gimió Joaquín.

-¡Oye, oye! Tranquilízate hermano, que Benjamín no tiene la culpa- intervino Nando.

-Lo siento- me distraje un poco pensando en mamá- ¿En donde estamos?

-A las afueras de Rosario- contestó Serafín- nos convendrá pasar la noche aquí y esperar un remolque en la mañana.

-¿Pasar la noche aquí? ¿Estás loco? Quien sabe que nos podría pasar, estamos solos ¡NADA misma!

-Estamos en el campo, a oscuras, a kilómetros de toda civilización aparente ¿Tienes una idea mejor?- preguntó Serafín, con tono desafiante.

-¡Por supuesto!- exclamó Joaquín- empujaremos y entre los cuatro sacaremos el automóvil a flote. No será tarea difícil.

-Y por más que lo intentaron unas diez o doce veces, el auto patinó y patinó sobre el lodo espeso y húmedo. No había forma de sacarlo sin un remolque u otro automóvil.

Sólo quedó resignarse y esperar a que el día aparezca por la mañana.

-¿No tienes bolsas de dormir no?- preguntó Nando a Joaquín, quien se había vuelto molesto e histérico por lo sucedido.

-Solo métete al auto y trata de dormir, que de mochileros o niñitos exploradores no tenemos nada- dijo severamente Joaquín.

-Tranquilicémonos que somos pocos y nos conocemos mucho- sugirió Serafín.

No pasaron ni treinta minutos que Benjamín volvió a perderse entre sus pensamientos. Divagaba otra vez en lo mismo: ¡Luz y su madre! Mientras que los otros se habían puesto a jugar al truco (y como eran impares, se turnaban).

El auto era lo bastante grande y el asiento de atrás servía perfectamente de sillón y mesa a la vez; así pues ese fue el escenario del juego de los chicos.

Benjamín, quien no había querido unirse al juego, estaba en el asiento del conductor, haciendo ademanes y muecas (inconscientes, claro) de su batalla contra la razón, la existencia, de quien era o no culpable, de los porques y de los peros. Así estuvo quien sabe cuanto tiempo ¡Imagínense que los otros ya se habían desparramado del sueño!

Cansado pero definitivamente desvelado, Benjamín decidió dar un paseo. Una vuelta corta sería, quería despejarse y ahí adentro no eran de ayuda los ronquidos de sus compañeros.

Salió del coche y se metió entre los árboles más cercanos.

Caminó y caminó, en unos segundos ya estaba lo bastante lejos como para que los troncos de los árboles ocultasen al automóvil de su vista. No sabía a donde iba, pero el bosque servía igual como distracción.

Me supongo que habrán sido altas las horas de la noche cuando el circo ambulante ensayaba entre la arboleda.

-¡¿Circo ambulante?!- preguntó Herald.

-¡¿Cómo es eso abuelo?!- pregunté.

-Hace muchos años, no se muy bien cuantos, en el país existía un circo. Este circo tenía la particularidad de pasearse por toda la argentina. Dejaba shows fantásticos, llenos de magia y espectacularidad en su camino y muchas pero muchas sonrisas en los niños.

Yo tuve el privilegio de verlos una vez, cuando un tres de marzo decidieron brindar un show a beneficio para toda la comunidad de Don Benito De La Fuente ¡Fue maravilloso! Por esos momentos; mis sueños eran ser trapecista y ser el sujeto que acompañaba al mono Ricardo, quien todavía era un bebé.

Fue de pura casualidad, y ese encuentro inesperado; lo marcaría para toda la vida.

Y… como les contaba niños, Benjamín estaba en el corazón del bosque cuando los encontró.

El chico, acurrucado junto al tronco de un pino, comenzó a escuchar voces. Primero parecían ruidos extraños o murmuros en otra lengua; pero al avanzar entre los árboles las voces se fueron esclareciendo.

El chico estaba muy asustado, pues ¡Imagínense escuchar voces a la madrugada, en un bosque a oscuras! ¡Y encima desconocido! ¡Un horror!

El chico siguió acercándose entre los pinos, pues quería saber de que se trataba;

Aterrado y muy inseguro decidió asomarse. Sus ojos vieron a un inmenso campamento instalado en el corazón del bosque: cuatro carpas de tamaño de una casa tipo alzaban a esta ciudad circense. Éstas estaban pintadas de todos los colores que se les pueden llegar a imaginar: rojo, lila, amarillo, naranja, verde, azul y demás. Se ubicaban teniendo como referencia los puntos cardinales, que formaban así, un rombo con un gran espacio en el medio. Este lugar –centro del campamento- se lo utilizaba como escenario de ensayo. Y era cierto. Benjamín los vio. Al cabo de unos momentos expectantes y de incertidumbre ajena, el chico fue público de un ensayo de la comunidad circense.

De las carpas –todas- empezó a salir gente ¡Mucha gente! Todos estaban vestidos de camisa y de pantalón blanco; arriba los disfrazaba un saco –de ese color también- con lunares –grandes, muy grandes- de color chocolate ¡Parecían dálmatas marrones!

Pero eso no fue lo que más le llamó la atención al joven. La manera en que se formaron cuatro pirámides (de, digámosle, diez personas cada una) en tan sólo cuestión de segundos ¡Fue, eso sí! lo que mas maravilló al muchacho.

Las pirámides empezaron a moverse -todas por el lado de la derecha- formando un gran círculo humano. A medida que agarraron ritmo y velocidad los lunares chocolate se transformaron en ¡líneas continuas! ¡Increíble! Los ojos de Benjamín estaban confundidos del asombro. Iban cada vez mas rápido y al cabo de unos momentos, se volvió muy difícil distinguir una pirámide de la otra. Estas se fusionaron y formaron una bola enorme de color blanca, parecida a una pelota de fútbol, en donde incontables aros –ya no líneas- de color chocolate encerraron a la esfera en un rayado blanco y chocolate.

En esos momentos, de la carpa más cercana al escondite de Benjamín, salieron cuatro monos de improviso, vestidos de camisa y pantalón color escarlata y con una chaqueta dorada brillante. Eran cuatro simios de mediana estatura, y no tardaron en colarse y hacer ¡maravillas con esa enorme esfera!

Cada uno llevaba una antorcha de fuego en sus manos- que era increíblemente grande considerando el tamaño de los monos- y las desplegaron en hilera en forma de círculos, rodeando la bola.

Esta esfera blanca y chocolate de pronto comenzó a tomar otro color; pues los monos y sus antorchas giraban tan de prisa por sus laterales que al cabo de un rato, esa bola se convirtió en una esfera resplandeciente y radiante de luz.

De un color escarlata y un amarillo vivo, los ojos de Benjamín parecieron estar observando el sol, pero no cualquier sol, sino uno de esos en que sólo una mañana de verano te regala. La noche pareció esconderse entre las copas de los árboles y por unos momentos, Benjamín sintió que era de día y no de noche; y que sus problemas no eran en realidad problemas, sino más que simples excusas para venir hasta aquí- sea o no casualidad- para poder contemplar ese sol resplandeciente y voraz, lleno de vida ¡Pues la tenía! ¡Claro que la tenía! Por unos momentos se sintió relajado y de buen ánimo.

-¡Que fantástico!- pensó el chico. El blanco se había confundido con el dorado de las chaquetas de los monos y con el amarillo del fuego de las antorchas; y por su parte, lo mismo había ocurrido con los lunares chocolate de los uniformes circenses y con el rojo de los trajes de los simios. Luego, la velocidad había hecho lo suyo

¡Estupefacto y maravillado quedó Benjamín! Pero luego de unos minutos, el sol se derrumbó y el fuego se apagó. Las pirámides se desarmaron y las personas empezaron a meterse de nuevo en las carpas. Se los veía agotados y muy acalorados.

En ningún momento notaron que había un intruso entre ellos. Todos menos uno…el mono Ricardo era demasiado travieso para andar por el campamento a esas horas de la noche ¡Y por fin sus travesuras y escapadas habían sacado provecho! ¡Había encontrado a un espía! ¡Un posible delator de las invenciones circenses de “El Circo Ambulante”! ¡Tenía que hacer algo! Ni bien lo vio, el mono largó un chillido extremadamente agudo, que hizo sobresaltar del susto a Benjamín, quien estaba de espaldas al mono y totalmente desprotegido. Los otros simios de la familia no tardaron en llegar.

En segundos lo tenían acorralado y el mismo mono –Ricardo- lo tenía sujetado con cuerdas.

Uno de los circenses le habló; este era larguirucho y de cara graciosa -Nada de que temer- pensó el joven.

-¡¿Quién eres tú?!- Su voz no sonó tan amigable como su cara lo aparentaba. Era grosera y grave.

-Soy sólo un chico extraviado ¡Bah! en realidad no…

-¡¿Cómo dices?!

-Es que se nos ha quedado el auto en la carretera y decidimos pasar la noche aquí… Y me desvelé y salí a caminar. Me encontré con ustedes haciendo esas cosas y…

-¿Te quedaste espiándonos? ¿Eh?- gruñó el larguirucho.

-¡No!... ¡Digo sí! pero sólo observaba, nada más ¡Se los juro! ¡Por favor!...

-¿Y que te pareció?- el tono de voz del larguirucho había cambiado por completo. Sonaba amable.

-¡¿Eh?! ¿Qué que me pareció que?

-El ensayo ¿Cómo lo viste?

-Pues… bien.

-¿Sólo “bien”?

-¡No, no, no! Quiero decir ¡Muy bien! ¡Excelente! ¡Maravilloso! ¡Nunca vi algo parecido!

-¡Ya, ya! ¡Cállate!- dijo en voz enfadada- Muchachos, enciérrenlo en el calabozo ¡Este va aprender a no meter sus narices en donde no le importa! ¡Vamos! ¡Enciérrenlo!- y al decir eso; unos cuatro muchachotes del tamaño de un oso, se le adelantaron al larguirucho y tomaron al niño por las manos y la cabeza.

-¡No! ¡Se los suplico! ¡Les digo que no estaba espiándolos! ¡No! ¡Por favor! ¡Haay!- uno de los cuatro muchachotes alzó por los aires al pobre asustado de Benjamín y lo colocó en su espalda.

-¿Qué hacemos con él jefe?- dijo el muchachote.

-Llevenló al calabozo y prohíbanlo de agua y de pan por ¡tres días! Ya veré que hacer con él.

-¡No! ¡Por favor! ¡Mis amigos me esperan! ¡No! ¡Haaa!- el chico de pronto se encontró en los aires. El muchachote que lo sujetaba lo había impulsado hacia arriba. Toda la multitud circense reía y gozaba de cómo –ahora- los cuatro grandulones hacían de trampolín humano con el niño. Benjamín era despedido una y otra vez, su cabeza le subía y le bajaba.

El mareo y las sacudidas hicieron que la mente se le apagara y que todo a su alrededor se desvaneciera.

Quien sabe cuanto tiempo estuvo desmayado Benjamín.

Luego de un largo rato (pues supongo que fue largo, ya que cuando se despertó el amanecer se asomó por las copas de los árboles) se encontró con muchas caras observándolo. Muchas narices rojas y cachetes blancos se le acercaron y exclamaron de júbilo al verlo.

-¡Viste que no estaba muerto! ¡Lo sabía!- gimió el larguirucho.

-¡Que susto Dios mío!- exclamó una trapecista.

-¡Lo sé, lo sé!- dijo el Larguirucho. Miró al chico y le habló- ¡Ey muchacho! ¡Nos pegaste un gran susto! ¿Te encuentras bien?

Benjamín sin entender absolutamente nada, confundido y algo mareado, sólo atinó a pronunciar las palabras de su amiga:

-¿Cindy?... Quiero a Cindy…-susurró casi sin voz el muchacho.

-¿Cindy? Bueno niño, aquí no tenemos a ninguna Cindy, pero si un rico desayuno y una buena explicación para ofrecerte. ¿Qué dices?

-¿Explicación?- preguntó casi sin voz.

-Pues no te habrás creído eso del “calabozo”, ni mucho menos lo del pan y agua ¿O sí? –Dijo el larguirucho-Somos payaso jovencito, la broma es nuestra droga. Aquí no tenemos ningún calabozo, salvo la tristeza o la mala cara en la mañana; el mal humor, la angustia y los aplausos de mala gana ¡Esos si que son calabozos para nuestros corazones! ¡Opacan nuestro circo!

-¿Así que todo fue una broma?

.Perdónanos Jovencito. Creí que le pegarías a algún grandulón y saldrías corriendo- dijo el larguirucho.

-No soy muy bueno escapando de las situaciones difíciles- dijo el chico y todos rieron.

-¡Ah, por cierto! ¿Quién es Cindy? Repetiste su nombre durante toda la noche.

-¿De verdad?

-No, sólo una vez- y todos volvieron a reír. Era evidente que sin la broma no podían vivir; al menos la familia de los payasos, que eran seis: Bernon- o “Larguirucho”, quien era el padre de la familia- Alicia- la mamá payasa- Y pluma, plumín, plumita y plumazo- los cuatro payasitos hijo. No obstante, la familia de los malabaristas -que no me acuerdo cuantos eran- solían ser más callados y muy de vez en cuando se los veía participar de bromas y chistes; pues estaban tan concentrados la mayor parte del día en sus malabares, que cuando era la hora del descanso, sólo atinaban a dormir y/o a leer.

Además, en la comunidad circense, había una familia de monos; quienes se desempeñaban en todos los papeles de las funciones. Ellos, si el larguirucho lo decidía, podían trabajar de trapecistas o desempeñarse de malabaristas; pues todo dependía de que función se llevara a cabo. Eso sí ¡Payaso nunca! Monos chistosos no quería Bernon.

Esta familia de Simios estaba formada por: Planito -el padre-, Lisa- la madre-, sus hijos Ricardo- quien luego engendraría a Teodoro, el célebre mono de mis tiempos- Manito y el Tío Panga.

Continuando con la historia, me atreveré a decirles niños, que Benjamín, a causa de que tenía que volver con sus amigos; no pudo quedarse a desayunar con los miembros del circo. Pero, en el camino de regreso, estos lo acompañaron y de paso le explicaron el significado de la función que acababa de presenciar esa misma noche:

-¡¿El amanecer contaminado?!- preguntó sin entender Benjamín.

-Así es- le respondió el larguirucho Bernon- la función se llama así porque… bueno es obvio, las imágenes que reproducimos dan cuenta de eso.

-Sólo reconocí el sol radiante en la etapa final de la obra ¿te importa si me la cuentas, Bernon?

-Llámame larguirucho. Y si, no hay problema. “El amanecer contaminado” cuenta la historia de una pesadilla que sufrió un bosque hace muchos años.

-¿Pesadilla?

-Así es. No sé muy bien la historia, pues, el creador de la obra fue mi bisabuelo Hugo; y antes de morir, sólo se la confesó a mi padre, que por un motivo desconocido nunca me la quiso contar. La idea principal de la función es representar esa pesadilla en imágenes vivas, hechas por nosotros, representando la metamorfosis que sufre la luna en aquella noche, convirtiéndose en el sol del amanecer.

-Eso explica los lunares chocolate en sus chaquetas ¿no es así?

-Exacto. El chocolate es el color más realista de la putrefacción ambiental, además; detestamos el color negro por sobre todos los colores ¿Por algo no forma parte del arco iris, no es así?

-¡Já, já, já! Son increíbles ustedes.

Si tú lo dices. ¡Ah! ¡Mira! ¡Esos deben ser tus amigos! ¡Tenía razón, ese era el camino!- exclamó el larguirucho.

Serafín, Joaquín y Nando estaban esperándolo; en un principio con cara de enfadado, que luego se traslució en una cara total de asombro, al ver al joven acompañado por una gran multitud. Parecía una procesión de locos, todos coloridos y algunos con zancos; monos en los hombros y un larguirucho que no paraba de extender la mano en forma de saludo hacia los cinco jóvenes. ¡Sí! Eran cinco y no había un solo auto, sino que eran dos. Ahí fue cuando Benjamín volvió a ver el convertible amarillo que lo había rescatado de la casa de Joaquín.

Luz y Cindy se habían agregado a la aventura.



Si llegaste hasta aca tengo dos cosas para decirte: ¡Gracias! y que la novela por el momento - más bien por un tiempo indefinido- va a quedar inconclusa. Según mis cálculos necesito unos cuatro capítulos más para llegar al descenlace; !y que Dios me ayude a terminarlos!. Se me hace imposible -ahora- llegar a escribir hasta el capítulo doce, pero bueno; como dijo un gran pensador hace mucho tiempo: "Lo único que sé es que no sé nada".

Benjamín Díaz Y El Misterio De Los Enanos (capítulo 7)

¡A Buscar A Mamá!

-Si, “Ruiseñor”. Tú me lo nombraste cuando Cindy te llamó por teléfono.

-No sé de que me hablas Benjamín.

-¡¿Qué?! ¿Cómo que no sabes de que hablo? ¿Me quieres volver loco acaso?

-No, es en serio. No se quien es Ruiseñor y que yo recuerde tu amiga nunca llamó.

-¡Pues claro que llamó! ¿Sufres pérdida de memoria o te gusta verme enloquecer?

-¡Escúchame Benjamín!...

-¡NO!-interrumpió la chica- escúchame tú Joaquín. Estoy segurísima de haber llamado a tu casa y la voz que me atendió era la tuya, de eso estoy segura.

-¡Es que no sé de que me hablan! ¡Les juro que no lo sé! ¿Por qué mentiría? ¿Qué ganaría acaso?

-¡Era tu voz Joaquín!- intervino a gritos Benjamín- Además, ¿porqué inventaríamos tal cosa?

Joaquín no respondió. Cindy lo miraba con desprecio. En la cabeza del protagonista no se terminaban de formular preguntas sin respuestas y las dudas parecían cada vez más turbia; ninguna parecía esclarecerse.

-¡Que misterio tan empantanado!- exclamó Heráld.

-Ni que lo digas hermano. No se me ocurre ningún indicio de cómo puede llegar a terminar esta historia.

-¡Já, já, já! ¡Bravo niños! ¡Eso es lo que me gusta! Se han comprometido con el relato… felicitaciones.

-¡Pero abuelo! Esto cada vez más se enrolla más.

-¡Oh! Ya lo verán jovencitos… no todo se da como parece. La espera en el misterio tiene que ser sigilosa ¡Si no uno tiende a desesperarse! ¡Especulen niños! ¡Formen su propio final! ¡Ninguna de sus conjeturas quedara afuera de esta historia! ¡Que se haga presente la magia de la razón!

-¿Puede ser que la madre tenga algo que ver con todo esto?- pregunté.

-Quizás Tom, puede que sí y puede que no. Pero déjame decirte algo: no te dejes llevar por lo que te cuento, la verdad esta más allá de una simple resolución de dudas. Que tu anticipo se concrete no quiere decir que esa sea la verdad en cuestión.

-Me mareas abuelo.

-No digo que no. Vallamos a la historia que esto recién acaba de comenzar:

-Esta bien, esta bien- intervino Cindy- lo mejor será que a esta charla la dejemos para otro día- dijo Benjamín.

-Si, lo mejor va hacer que lo dejemos para otro encuentro -interrumpió Nando- ¡Mírate un poco! ¡Pareces salido de algún manicomio! ¡Tranquilízate hermano!

-Si, Nando esta en lo cierto- dijo Serafín, quien ya hacía rato había dejado de llorar. Ahora se encontraba parado junto a Joaquín. Los dos, junto con Nando, miraban a un Benjamín perdido.

-De acuerdo- habló para todos el chico- si no hay mas remedio. Pero que la próxima sea cuanto antes ¿puede ser?

-Despreocúpate, no hay problema en eso- dijo Nando. Cindy, perpleja por la situación, solo atinó a sujetar la mano de su amigo y lo sacó del vagón.

Luego de despedirse. Los dos chicos emprendieron la vuelta a la casa de los Díaz. Ninguno dijo una palabra. Benjamín estaba demasiado agotado para debatir con su amiga el reciente encuentro.

Al llegar a la entrada, Cindy se despidió con un abrazó muy fuerte, y dijo:

-Ahora sólo queda hablar con tu mamá, ella creo yo, tiene la verdad en sus manos. Cualquier cosa ya sabes, estoy en frente-. Benjamín sólo asintió con la cabeza y entró.

La casa estaba vacía, no se escuchaban ruidos; parecía deshabitada. El chico llamó varias veces a la madre, pero no tuvo éxito –algo anda mal- pensó.

Ya en la cocina, se encontró con un papel. Estaba dejado sobre la mesa. El mensaje decía:

Hijo, me hubiera gustado despedirme de ti pero no te encontré por ninguna parte. A tu padre se le a adelantó el viaje por cuestiones de trabajo y no tuvimos otra opción que viajar esta noche. Le insistí que esperara un día más pero fue imposible, sabes como es tu padre de atolondrado. En la puerta de la heladera te dejo todos los quehaceres de la casa que tienes que hacer por día y en el cajón de mi mesita de luz tienes dinero para lo que necesites. Vamos a estar tres días en Villa Carlos Paz y uno en La Falda. Cuando lleguemos te llamo así agendas el número del hotel.

Beso.

Te amo. Mamá.

-¡¿Qué?! ¡¿Lo dejó así nada más?!- interrumpió Simón a gritos.

-Si, así es… - dijo el abuelo.

-¡Pero que mamá de lo mas extraña!- agregó Herald.

-Ni que lo digas hermano- lo apoyé. Miré al abuelo y dije- ¡Cuéntanos! ¡Cuéntanos como sigue la historia!

-Bueno niños, como supondrán, el chico estaba totalmente sorprendido por la extraña actitud de la madre; además tenía mil preguntas para hacerle y sin previo aviso se había ido ¿o huido?... ¿Era verdad que sólo iba a pasar unos días con su ex marido en un simple viaje de placer? ¿O estaba fugándose del interrogatorio del hijo? Y si fuese así ¿Cómo habría anticipado que su hijo sospechaba de ella? Lo cierto es que al chico la desesperación lo invadía momento tras momento, su cabeza pedía un recreo; atormentado y sofocado por la situación sólo atinó a llamar a la de enfrente.

Cindy no tardó en llegar y en minutos los dos estaban, como en un principio, en el cuarto de Benjamín analizando la carta de su madre.

-¡Esto es increíble!- dijo Cindy.

-¡No! ¡Esa mujer es increíble!- corrigió Benjamín- ¡No la conozco! ¡Esa mujer no es mi madre! No logro entender nada en…

-¡Cálmate! Es cierto, nunca se comportó así pero…

-¡¿Pero que?! ¡Mira Cindy, lo único que estoy lamentando ahora es no haberle creído de entrada a Joaquín, Serafín y Nando. Todas las cosas que me dijeron de ella… ¡Esta actitud sólo confirma mi sospecha! ¡Mamá tiene que ver con todo esto! ¡Estoy seguro!

-No lo sé Benjamín, no sirve especular apresuradamente.

-¡No especulo nada! Sólo creo que lo que veo y lo que vivo; ahora la realidad me dice que unos tres chicos culparon a mi madre de muchas barbaridades y que en estos momentos esa mujer esta de viaje, fugada ¡se ha escapado!

-Esta bien ¡Esta bien! Piensa lo que quieras- suspiró la chica- ya es medianoche y le dije a mamá que esta noche te haría compañía…Ya sabes, le mentí diciéndole que sufres “el mal del solo”.

-¡¿El mal del solo?!

-¡Que te agarra miedo cuando te quedas sólo en casa! Mentí que tu mamá se fue al bingo.

-¡Ah! Pero espera ¿Acaso tu mamá no sabe que la mía esta de viaje?

-ella no me dijo nada.

-¡Ves! Ella siempre avisaba a todos los vecinos cuando viajábamos, por seguridad supongo ¡Y esta vez no! ¡Se fugó!

-¿Y porque haría algo tan estúpido?

- ¡No quería que nadie se entere! ¡No lo sé! Ya no entiendo mas nada. Vallamos a tu casa y contémosle a tu madre. Ella sabrá que hacer.

-¡¿Estas loco?! Es medianoche y mamá duerme.

-¡¿Porque siempre dejas todo para otro día?!

-¡¿Y porque siempre quieres hacer las cosas apresuradas?!

-Esta bien ¡Esta bien! Entonces dime ¿Cuál es tu idea?

-Dormir; sería bueno para los dos descansar un poco.

-¡Si! pero primero comamos algo… muero de hambre. Mamá me dejó dinero en su armario; espérame aquí.

-¡Pero Benjamín! ¡Es medianoche! ¡No hay nada abierto a estas horas!

-Tú sólo relájate. Ya regreso…

-Hablando de hambre… creo que yo también muero por algo de comer- dijo Herald.

-Ni que lo digas hermano- asintió Simón.

-¡Já, já, já! Tendremos que esperar hasta el final del relato. La abuela duerme y panecillos no sé preparar. Tom, tú encárgate de sacar algunas moras de la huerta; si quieres te acompaño.

-Despreocúpate abuelo. El hambre puede esperar. Ahora sigue, sigue contándonos sobre Benjamín y Cindy.

-Esta bien. El chico, como les decía, fue a la habitación de la madre a buscar dinero. Al abrir el cajón de la mesita de luz se encontró con varios billetes envueltos en un papel blanco. No tardó en reconocer de nuevo ese extraño material que había experimentado en la casa de Nando. ¡Y la marca estaba ahí! ¡Idéntica! ¡Las iniciales “E.R.” estaban grabadas a un costado del papel, similar a la anotación, en el lado inferior derecho del mismo.

-¡Cindy!- la llamó a la chica- ¡Cindy! ¡Ven aquí! ¡Rápido!- la joven a los sobresaltos y corridas, llegó asustada al cuarto. Preguntó:

-¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?!

-¡Mira! ¡Mira las iniciales! ¡El “E.R.”! ¡La misma firma grabada que la carta que encontré en lo de Nando. ¡Ahora estoy seguro! ¡Ella tiene algo que ver! ¡Es más que evidente! ¡Mi madre es la culpable! ¡Es la principal…!

-¡Cállate!- lo calmó- ¡Es cierto! Todas las pistas coinciden ¡Por fin algo de certeza!- la chica miró al joven, le clavó los ojos y dijo: ¡tenemos que buscarla! ¡Esto no puede esperar más!

-¡¿Qué?! ¡¿Ir hasta Córdoba?!

-¡Pues claro! Si no todo esto quedará en la nada, te lo aseguro. Presiento que esas no son unas simples vacaciones. Benjamín- la chica miró el rejuntadero de billetes- ¿Cuánto dinero tienes ahí?

-¡No lo sé! ¡Déjame contarlos!- el chico agarró el mazo y se dispuso a sumar- ¡No…! ¡No puede ser…!

-¡¿Cuánto?! ¡¿Cuánto te dejó Benjamín?!

- Novecientos pesos- dijo en un susurro.

-¡Lo ves! ¡Es demasiado dinero para sólo cuatro días! ¡Y para una sola persona! seguramente tendrá planeado irse por más tiempo.

-¿Tú dices?

-Absolutamente. No podemos permitir eso. Tenemos que actuar. Mañana mismo partimos hacía Villa Carlos Paz.

-¡¿Villa Carlos Paz?! ¡Já, já, já! ¿Y como supones que dos adolescentes vamos a…?

-¡Cállate!- lo interrumpió- no seas pesimista. Ya veré alguna forma… ahora descansemos que es muy tarde. Mañana va hacer un día muy largo.

-Como digas, pero recuerda que muero de hambre.

-Cierto, bueno; cómete una fruta. Mañana te prepararé el mejor desayuno americano que hayas probado en tu vida.

-¿Desayuno americano?

-Tú sólo acuéstate.

-Esta bien, pero ¿y tú? ¿Dónde piensas dormir?

-Aquí mismo. En la pieza de tu madre. ¿Te importa?

-No… en absoluto- dijo tartamudeando- si no queda mas nada que hacer me iré a mi cuarto. Que tengas buenas noches.

-Lo mismo para ti.

Y así la noche en la casa de los Díaz empezó a trabajar, que por cierto, esa madrugada no tuvo una labor muy eficiente. Benjamín, acostado boca arriba en la cama, no pudo pegar un ojo a todo lo que le restó la noche. Su cabeza se imaginó cosas, situaciones y hasta conversaciones; el sólo pensar que su madre podría ser la única culpable de todo su sufrimiento y la autora del aislamiento de sus amigos, le causaba horror. Comenzó a tener miedo, le asustaba la idea de enfrentarla. Tener valor no era propio de la naturaleza del chico; ni mucho menos poseía el coraje para acusarla de todo lo sospechado. ¿Qué mas pruebas faltaban? ¿Qué mas necesitaba Benjamín para que se de cuenta de que su madre fue la arpía, falsa y mala mujer todo este tiempo? El hecho lo atormentaba cada vez más. Sudaba. Las sabanas parecían convertirse en esposas y la cama en su celda. Tenía que salir de ahí.

Se levantó y se dirigió a los tumbos hacía la cocina. Estaba tan desvelado que le pareció escuchar voces. Al aproximarse, la escucha se confirmó: Cindy, prendida al teléfono, estaba hablando con que sabe quien. Se movía de un lado a otro y no dejaba una naranja en paz. El chico miró el reloj las agujas le daban la triste realidad de un insomnio de las tres de la madrugada.

-¡Cindy!- exclamó en un susurro demasiado sigiloso. La voz asustó a la chica, quien se desparramó por el suelo. La fruta se le escapó, rodó por el piso y se escondió atrás de la alacena.

-Esta bien, como tu digas. Te llamo luego. Adiós. La chica, quien se acababa de despedir del teléfono, enfrentó al joven con una cara radiante que pronosticaba buenas noticias.

-¡Benjamín! ¡Está todo arreglado! ¡Todo listo para partir! ¡Mañana a las 10 p.m. los chicos nos pasan a buscar por aquí! ¡¿No es fabuloso?!

-¡¿Qué?! ¡¿Los chicos?! ¡¿Qué chicos?!

-¡Los chicos tonto! Joaquín, Serafín y Nando! ¿Sabías que hace un año Joaquín tiene auto? ¡Con permiso y todo! ¡Nos salvó!

-Espera, espera. ¿Cómo demonios te atreves a…?

-¡Cállate! ¡Sabias que reaccionarías así! ¡Sólo déjame explicarte! Además ¿Qué otra opción tenemos?

-Tú solo cuéntame- dijo tajante.

-Bueno… ¡Es que no podía dormir! Empecé a divagar y se me ocurrieron muchas ideas, formas, de llegar hasta Córdoba. Aunque a decir verdad la mayoría eran tan fascinantes como imposibles. Era tal mi desvelada que comencé a rondar por la casa. Al ver en el escritorio los legajos de los chicos se me prendió la lamparita. ¡Tuve media hora para llamar a Joaquín! ¡No me animaba! ¡Imagínate como recibirían un llamado a las dos de la madrugada en una casa de familia! Y… luego de pensar en ti y en todo lo que estabas pasando, tuve una corazonada, se me deslumbró una sensación de esperanza, de que ellos, o alguno de ellos, podría ayudarnos.

-¡Eres complicadamente… increíble!

-Gracias. Pero lo increíble sucedió cuando me atendieron. Fue curioso ¿Sabes? Los tres sujetos estaban reunidos, también desvelados, pensando en la posibilidad de escaparse hacia algún lugar, de vacaciones, tu sabes, para recordar viejos tiempos y festejar tu vuelta al mundo… bueno, eso es lo que me dijeron.

-¿Irnos de vacaciones?

-De campamento- lo corrigió- hacia…

-San Bernardo- agregó el chico

-¡Já, já, já! Así es. Se nota que no es la primera vez que planean irse de mochileros.

-No, por supuesto que no. Dime… dime más. ¿Qué te dijeron?

-Bueno, de pregunta a pregunta me atreví a contarles todo: de tu madre, del viaje, de ti.

-Aja sigue.

-Y fue grandioso escuchar salir de la boca de Joaquín la propuesta de llevarnos ellos mismos hasta allí ¡Los cinco hasta Villa Carlos Paz! ¡Lo planeamos todo! Y por cierto, Serafín es un muy buen organizador...

-¡¿Es en serio?! ¡No! ¡Increíble!- el chico se le abalanzó a la joven y la apretujó fuertemente con un abrazo que duró varios segundos- ¡Como agradecerte todo lo que estas haciendo por mi!

-Si tú lo dices- la chica se sonrojó-… bueno ahora a dormir.

-Si podemos- el chico le frunció el seño.

-Si, tienes razón, creo que con toda esta exaltación no podríamos pegar un ojo. ¿Qué propones hacer?

-Yo escuchar música, no se tú.

-Esta bien, te acompaño.

-¿A donde?

-¡A tu cuarto! ¿Qué no querías escuchar música?

-¡Ah! si, si- el chico se sonrojó.

Y así pasaron lo que quedaba de la noche niños. Amaneció y el sol de la mañana, que provenía de la ventana, les pegó de lleno en la cara. Los dos se encontraban adormilados en la cama de Benjamín. Cindy tenía la cabeza apoyada en el pecho del chico. Al despertarse, se dio cuanta del hecho, y muy avergonzada se tiró para atrás, cayendo de espaldas al piso. Ese golpe fue lo que despertó al muchacho.

-¿Cindy?- preguntó el joven.

-¡Acá estoy!- gimió, todavía desparramada en el suelo.

-¿Y mi desayuno americano?

-¡Pues ahí lo tienes! ¡Machista y poco considerado!- protestó a los alaridos.

-¡Pero si agradecido!- dijo sonriente Benjamín. La chica lo desaprobó con la mirada.

-¡Ya se lo traeré señor! ¡Ud siga reposando en su dulce cuna! ¡Que su fiel sirviente esta a su entera disposición!

-¡Ay! ¡Cómo te adoro!

-Si, claro, claro. ¡Ah! mi señor, le notifico que hoy al mediodía almorzaremos en casa. Pues su fiel servidora tiene que rendir cuentas a su madre, sobre el viaje de esta noche.

-¡El viaje! ¡Cierto! ¡Lo había olvidado!

-Descuida, lo noté.

-¡Oh! Cindy… ¿estas segura de que dejarán ir?

-Mira Benjamín, no estoy del todo segura pero creo que lo más probable es que no me dejen.

-¡¿Qué?!

-Pero descuida, he pensado serias excusas. Todas muy convincentes. Tendré que jugar con la suerte y el destino.

-Nada fácil.

-Ni que lo digas ¡Pero a no ponerse pesimista! El día es largo ¡Y los preparativos son muchos!

-¿Preparativos?

-¿Piensas irte a Córdoba con sólo lo que tienes puesto? Hazte la idea de que vas a estar cuatro, o más días fuera de tu casa.

-Tienes razón… pero dime, dime como haces para pensar en todo y estar tan tranquila.

-¿Me ves relajada acaso?

-No pero…

-Pero nada, tú comienza a preparar la valija que yo iré al almacén a buscar tu desayuno americano.

-¡Olvida ese desayuno! ¡Fue sólo una broma!

-Lo sé… pero lo prometido es deuda.

-Como quieras.

Yo quiero un desayuno americano también- interrumpió Herald.

-Ni que lo digas hermano- agregó Simón- muero por uno.

-Al final del relato tendrán moras hasta hartarse- dijo el abuelo.

-Si, desde luego- dije.

-Muy bien Tom, ahora…

-… Seguirás con el relato- intervino Herald.

-Iba a llamar a la abuela, pero si insistes en que continúe, lo haré. La mañana pasó muy despacio en la casa de los Díaz, la valija parecía nunca llenarse y Benjamín se agotaba más y más de empacar ropa y demás.

El desayuno fue fabuloso, dejó satisfecho al joven, quien no paró de halagarla por lo bien que le había salido.

Ya en casa de Cindy, el almuerzo con la madre de la chica se tornó muy incómodo. Cindy no paró de fundamentar sus ideas, mas que nada excusas, con motivos como –“se va a sentir solo”- o- “la madre me dijo que estuviera todo el tiempo con él”-. La madre, rígida, seria e imperante, se volvió una muralla contra su hija. El viaje parecía esfumarse para Cindy y las esperanzas de Benjamín de encontrar a su madre se iban cayendo en picada.

La desesperación, la intriga y el miedo invadieron la mente del chico.

¡Imagínense niños! ¡¿Qué podría ser peor?! ¡Benjamín solo en esta nueva aventura! Cindy siempre había sido su heroína y la que en todas le había salvado las papas.; estaba horrorizado y ellos a sollozos sólo atinaban a decir:

-¡Pero…! ¡Pero si no me necesitas! ¡Estarás bien con los chicos!

-¡No digas estupideces mujer! ¡Yo sin ti no significo nada!

-¡Basta Benjamín! ¡Es inútil! Tendrás que armarte de coraje y encarar esto tú sólo.

-Si pero…

-Pero nada. Ya son las 21:45hs, los chicos no tardarán en llegar.

Y así fue niños. Un Chevy color amarillo se estacionó en la puerta de la casa de los Díaz. Joaquín iba conduciendo y tres bocinados alcanzaron para alertar al vecindario la algarabía que se mostraba en los tres jóvenes. Benjamín, sin ánimos, sólo atinó a despedirse de su amiga recordándole lo mucho que la quería y de lo mucho que la iba a extrañar. El auto arrancó y sólo quedó en la escena una adolescente que movía los brazos de un lado al otro, despidiéndose del auto que se iba.